domingo, 7 de diciembre de 2014

Despedida

A mí
mi madre me enseñó modales en la mesa,
y a mi hermano,
que a una mujer no se le rompe el corazón.

He intentado dar con la suerte

y no he ganado más que golpes.
¿Se pueden ganar cosas malas
o dejan de serlo al convertirse en premios?
Pues tu te has ganado estas líneas
y el logro también es mío al escribirlas.

Para mí, 

escribir es enterrar,
la terapia hecha papel y lápiz,
la vendas que necesita un alma rota,
el amanecer de un día nuevo, carente de rutina.
Aunque escribir también es condenar
a seguir existiendo
en algún lugar de la literatura
infinita,
como todo lo que no conocemos,
como todo lo que no hicimos,
como todo lo que no fuimos.

El optimismo 

en quien tiene el corazón roto,
es como la esperanza de un pobre.
Y por eso te despido
con la misma sonrisa que alguna vez te cautivó
deseándote el universo,
y que aprendas a nadar en él.